Pueblo y playa de Santa Fe. Fiesta de Santa Filomena.
Nos zampamos unos desayunos al estilo filipino en el sitio de siempre (el Ging-Ging´s Garden Restaurant) y terminamos de recoger sin prisa pero sin pausa. A las 9 pasadas nos encaminamos a la playa donde nos había dejado la bangka que nos trajo, pero nos cruzamos con un local, seguido por dos guiris, que nos indicó que el barco de vuelta a la isla de Cebú salía de la otra playa (la nuestra) con motivo de los vientos.
El viaje Malapascua-Cebú: barquita al bangka, bangka y barquita al muelle: 20, 80 y 20 PHP c/u.
Desembarcamos y tomamos un autobús (unos 50PHP c/u) que nos dejó en el cruce "San Pedro", allí una moto taxi (80PHP los 2) que nos dejó en el puerto, donde cogimos el ferry que nos llevó a la isla de Bantayan, en un viaje de 3h. (170PHP c/u). El crucero fue cómodo y tranquilo y aprovechamos para leer y dormitar.
Tras desembarcar en Bantayán, fuimos a pié al resort donde habíamos reservado alojamiento desde Malapascua: en el Ritzy´s White Beach Resort, en el pueblo de Santa Fé. La habitación nos decepcionó mucho porque era pequeña y triste, y estuvimos dudando cambiarnos al Bantayan Cottages, frente al que habíamos pasado, donde se hospedó otra pareja con la que vinimos y que costaba la mitad (400PHP). Pero finalmente nos quedamos por la fantástica situación en la playa, con espacios abiertos asomados al mar y colorido mobiliario. El sitio parecía medio abandonado y de hecho, nosotros éramos los únicos huéspedes, así que nos sentimos como en casa, entrando y saliendo, y apoderándonos del comedor abierto, para disfrutar de la brisa, el rumor del mar, el cielo estrellado... y también sufrir el jaleo de la fiesta que el pueblo tenía montada cerca...
Del chunda chunda nos hubiera sido difícil huir: los días 10 y 11 de agosto es la fiesta de Santa Filomena y no sé qué santo más, y nos topamos de lleno con la celebración: procesión con pasos de las santas, recitación de novenas por megafonía, cantos, velas y fuegos... Juegos de azar, música y juerga.... ¡¡¡que duró toda la noche!!!!
Al día siguiente cuando fuimos a pagar la estancia, el hombre que estaba a cargo tenía una ligera cogorza encina y no pudo cobrarnos con tarjeta porque no sabía utilizar el datáfono. Además, tuvimos que indicarle qué debía cobrarnos porque no sabía... Se disculpó avergonzado. En fin, otro de los alicientes de hospedarnos en este sitio era el pago con tarjeta, pues vamos "justos" de pesos en metálico.
No nos quedamos más tiempo en la isla, porque nuestra intención era utilizarla como salto a la isla de Negros. Pero si nos hubiéramos quedado más tiempo, seguramente hubiéramos alquilado una moto para recorrerla.
La playa de Santa Fé me pareció muy bonita. Hay varios resorts, uno a continuación del otro (entre ellos el nuestro) que están a pié de playa, formando diques sobre la arena, que es muy blanca y está llena de restos de conchas y coral. El mar, cerca de la costa estaba turbio, con un color blanquecino, pero no sucio, lo que daba una pincelada de brillo en contraste con el mar más profundo, con tonos verdes y azules.
En las playas en las que hemos estado hasta ahora, estamos viendo algo de basura en las orillas, fundamentalmente plásticos, además de materia orgánica (algas, ramas, cocos..., que no considero basura). Me da la impresión de que en temporada baja, como es ahora, las playas se dejan "a la buena de dios" o se mantienen lo mínimo. Para mi, que estén tan desiertas y salvajes me encanta, pero entonces las consecuencias de la civilización son más tristemente patentes en las orillas.
Para comer no encontramos casi opciones fuera de la plaza MG Square, junto a la carretera principal, pero algo escondida. Es un espacio apartado y abierto que congrega un montón de restaurantes. Nosotros nos decantamos por uno de ellos y probamos las vieiras (scalop) en salsa de crema al whisky. Muy ricas!!
Tras desembarcar en Bantayán, fuimos a pié al resort donde habíamos reservado alojamiento desde Malapascua: en el Ritzy´s White Beach Resort, en el pueblo de Santa Fé. La habitación nos decepcionó mucho porque era pequeña y triste, y estuvimos dudando cambiarnos al Bantayan Cottages, frente al que habíamos pasado, donde se hospedó otra pareja con la que vinimos y que costaba la mitad (400PHP). Pero finalmente nos quedamos por la fantástica situación en la playa, con espacios abiertos asomados al mar y colorido mobiliario. El sitio parecía medio abandonado y de hecho, nosotros éramos los únicos huéspedes, así que nos sentimos como en casa, entrando y saliendo, y apoderándonos del comedor abierto, para disfrutar de la brisa, el rumor del mar, el cielo estrellado... y también sufrir el jaleo de la fiesta que el pueblo tenía montada cerca...
Del chunda chunda nos hubiera sido difícil huir: los días 10 y 11 de agosto es la fiesta de Santa Filomena y no sé qué santo más, y nos topamos de lleno con la celebración: procesión con pasos de las santas, recitación de novenas por megafonía, cantos, velas y fuegos... Juegos de azar, música y juerga.... ¡¡¡que duró toda la noche!!!!
Al día siguiente cuando fuimos a pagar la estancia, el hombre que estaba a cargo tenía una ligera cogorza encina y no pudo cobrarnos con tarjeta porque no sabía utilizar el datáfono. Además, tuvimos que indicarle qué debía cobrarnos porque no sabía... Se disculpó avergonzado. En fin, otro de los alicientes de hospedarnos en este sitio era el pago con tarjeta, pues vamos "justos" de pesos en metálico.
No nos quedamos más tiempo en la isla, porque nuestra intención era utilizarla como salto a la isla de Negros. Pero si nos hubiéramos quedado más tiempo, seguramente hubiéramos alquilado una moto para recorrerla.
La playa de Santa Fé me pareció muy bonita. Hay varios resorts, uno a continuación del otro (entre ellos el nuestro) que están a pié de playa, formando diques sobre la arena, que es muy blanca y está llena de restos de conchas y coral. El mar, cerca de la costa estaba turbio, con un color blanquecino, pero no sucio, lo que daba una pincelada de brillo en contraste con el mar más profundo, con tonos verdes y azules.
En las playas en las que hemos estado hasta ahora, estamos viendo algo de basura en las orillas, fundamentalmente plásticos, además de materia orgánica (algas, ramas, cocos..., que no considero basura). Me da la impresión de que en temporada baja, como es ahora, las playas se dejan "a la buena de dios" o se mantienen lo mínimo. Para mi, que estén tan desiertas y salvajes me encanta, pero entonces las consecuencias de la civilización son más tristemente patentes en las orillas.
Para comer no encontramos casi opciones fuera de la plaza MG Square, junto a la carretera principal, pero algo escondida. Es un espacio apartado y abierto que congrega un montón de restaurantes. Nosotros nos decantamos por uno de ellos y probamos las vieiras (scalop) en salsa de crema al whisky. Muy ricas!!
Por cierto, en este sitio fue la primera vez que nos llamó la atención la cantidad de parejas mixtas, señor mayor occidental y mujer jóven filipina.
INFORMACIÓN
* Guía de Bantayan para mochileros...
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* Guía de Bantayan para mochileros...
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