Desayunamos
en la cocina del hotel, sacamos dinero de un cajero e hicimos el cambio de
habitación. En el mercado redesayunamos unos jugos y una ensalada de
fruta. Riquísimo por muy poca pasta. Esto es de lo que más nos gusta de los
viajes :), especialmente en un país como este con semejante variedad
de fruta. Además, compramos el almuerzo: unas arepas y unas empanadillas
rellenas.
En la
terminal de autobuses cogimos el de Charalá, que nos dejaría de camino,
frente al parque donde está la catarata, impresionante caída de agua
de 180 metros, aunque desde abajo solo se ven los últimos 70, que impresionan
más viendo a Vic descendiendo como un pequeño ser, protegiéndose de la
fuerza del agua e intentando mantener el contacto con la roca en un rappel que
a él le pareció interminable. En principio, no pensaba hacerlo porque nos
pareció caro cuando nos informaron en el hotel, pero estando en la catarata,
nos lo ofrecieron por menos dinero (35.000 COP, en vez de 45.000).
El agua
cae en una poza de aguas chocolatadas donde nos dimos un chapuzón a pesar de
ver cómo se precipitaron unas cuantas piedras desde una de las abruptas
paredes, justo cuando llegamos, con un potente chapoteo. Nos mantuvimos en el
lado opuesto de la poza, donde no había paredes, aguando el oído por si algo se
movía allá arriba. Glub!!!
A la
catarata se llega por un sendero bien señalizado, pasando en algunos tramos
sobre el río, agarrados a una cuerda a la altura de los hombros, para no
resbalar (muy recomendable llevar sandalias que agarren y se puedan mojar). En la zona hay rocas planas donde
tumbarse o sentarse a disfrutar.
Para subir a la parte más alta de la catarata, que no se ve desde la principal, hay que seguir un estrecho y escarpado sendero, que se bifurca del camino principal hacia
la derecha, cuesta arriba, antes de llegar a la caída principal. Desde esta parte es desde donde se hace el rappel. Esta parte es más
solotaria y la catarata no es tan espectacular, pero sí bonita y agreste.
Iniciamos
el regreso a las 3:30pm, escuchando los truenos de la tormenta que se acercaba,
y cogimos el microbus frente al parque, ya lloviendo a las 4pm. La lluvia fue
arreciando hasta que se convirtió en un diluvio. En San Gil el agua corría por
las calles como ríos. Llegamos al hotel refugiados bajo nuestros paraguas y
metiendo los pues hasta los tobillos al cruzar algunas calles (insisto en la recomendación de llevar sandalias acuáticas), lo que nos permitió avanzar sin miramientos.
Después
de descansar un poco en el hotel con unas cervecitas, salimos a cenar un menú
ejecutivo en el mismo sitio donde comimos cuando llegamos a esta ciudad.
GASTOS DEL DÍA:
- Redesayuno en mercado: 5.000 COP/los2.
- Comida (2 arepas + 1 empanadilla): 4.500 COP/los2.
- Bus a Charalá (hasta Cascada):
- Rappel cascada: 35.000 COP/1.
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