Cogimos el autobús número 4 que nos dejó en el centro de Lijiang, junto al casco antiguo, que es peatonal. Y allí pasamos todo el día. Nos encantó. Fue una explosión para los sentidos de rincones, artesanía, gente, comida... ¡y especialmente la comida! pues tiene una plaza llena de puestos, donde encuentras comidas variadísimas para zampar allí mismo o en marcha.
Pueblo muy pintoresco, atestado de turistas nacionales.
De vuelta, bastante cansados, reservamos en el propio hostel autobús para hacer un treking por la Garganta del Tigre en el próximo día y medio.
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