Hoy visitamos las Cataratas de Montezuma.
Me desperté con el canto de los pájaros y el rumos de las olas, muy suaves. Me hubiera gustado ver el amanecer, pero lo intentaría otro día (antes del las 5.30am).
Organizamos el desayuno en el balcón y atrajimos a un par de urracas reales, que son unos pájaros con el lomo azul y un penacho de plumas en la cabeza. Son muy atrevidas, e intentaron comerse alguna de nuestras galletas.
Subimos a las Cataratas Montezuma, que están muy cerca del pueblo, siguiendo unos de los ríos hacia arriba. Se llega a dos cascadas, la primera más alta, y la segunda menos alta pero más ancha, de hecho son varias cascaditas. Las dos cascadas caen en piscinas naturales donde uno se puede bañar. Nosotros lo hicimos en la de arriba y allí comimos. Hasta aquí subimos por el margen derecho del río y bajamos por el margen izquierdo. Es fácil despistarse y desviarse del camino pues no está señalizado, por lo que es recomendable asesorarse de por dónde ir y volver. Lo pasamos muy bien y nos refrescamos de lo lindo. El agua está fresca, pero muy buena para el baño, y al estar entre el bosque, hay mucha sombra.
Volvimos al pueblo escuchando truenos lejanos, pero cada vez más cerca. Hicimos
algo más de compra en el súper, pues estando alojados en un sitio tan agradable
decidimos hacer las comidas allí. Y en la pensión pasamos el resto de la tarde.
Llevábamos ya allí un rato cuando empezó a llover, cada vez con más fuerza. Los truenos se oían cada vez más cerca y los relámpagos nos sorprendían cada vez más seguidos. La lluvia se convirtió en tromba de agua que llegó a inundar el pueblo. Desde el balcón vimos cómo el agua enfangada atravesaba la casa, desde la carretera hacia la playa… El chaparrón duró como una hora, y cuando paró, bajamos a la planta de debajo de la pensión para echar una mano con la inundación. El resto de la tarde noche la pasamos sacando agua y barro de la casa, junto a la encargada y dos familiares suyos… Trabajamos duro, pero lo dejamos todo bastante limpio (yo creo que incluso más de cómo debía estar antes de la lluvia), y cuando por fin pudimos sentarnos, cenamos juntos el ejército limpiador, unos casados y unas sopas de pescado (nosotros) que nos supo a gloria. Menos mal que nos alojamos en la planta de arriba, porque estuvimos a punto de hacerlo en una de las habitaciones de abajo (con baño), de las que se inundaron (pero nos pareció un poco deprimente y no tenía vistas).
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